Combates en Malvinas día 13 de Junio: El RI 4 en Tumbledown

Extracto de la nota del Periódico de Infobae:

https://www.infobae.com/sociedad/2019/08/17/herido-y-exhausto-no-quiso-replegarse-murio-aferrado-a-su-fusil-al-grito-de-viva-la-patria-mientras-defendia-a-sus-soldados-en-malvinas/

En la noche del 13, en las trincheras junto a los infantes del BIM 5 de Vázquez, 44 hombres vivieron un verdadero infierno que había desatado el ataque de la tercera brigada de los Royal Marines, el segundo batallón de la Guardia Escocesa y algunos gurkas.

Fueron encarnizados enfrentamientos con disparos de fusil, ametralladora, morteros, bayonetas y hasta lucha cuerpo a cuerpo a puros golpes.

El 13 de junio, en la batalla de Monte Tumbledown, Silva decidió en un solo instante si vivir o morir luchando. Tuvo que repetir la orden a sus soldados para que se replegasen. No lo querían dejar. Sólo pidió una ametralladora y un FAL. Y los cubrió mientras los ingleses avanzaban

Los argentinos veían cómo, luego de rechazar un ataque enemigo, otra oleada de soldados aparecía. Era una sucesión interminable, en el que eran superados 6 a 1, pero aún así se continuaba luchando.

Cada tanto, el ST Silva abandonaba su trinchera para saber cómo estaban sus soldados.

«Nos alentaba para que no perdiéramos nuestro valor, coraje y la confianza en nosotros mismos, al recordarnos que Dios nos protegía para obtener nuestra noble meta», reseñaría unos años más tarde en una carta el soldado Pablo Vicente Córdoba.

Además, el subteniente se ocupaba de conseguir relevos para el fusil FAP, dado que al menos tres soldados que lo operaban habían muerto. Cuando quiso asistir a uno de ellos, que había sido gravemente herido, recibió un tiro en el hombro derecho.

El ST Silva comprendió que nada podía hacerse. Estaba herido y los ingleses avanzaban. Decidió en un solo instante si vivir o morir luchando. Tuvo que repetir la orden a sus soldados para que se replegasen. No lo querían dejar. Sólo pidió una ametralladora y un FAL.

De lejos vieron cómo, sacando fuerzas de quién sabe dónde, se incorporó y comenzó a disparar hacia las posiciones enemigas, al grito de «¡viva la Patria, carajo!». Fueron sus últimas palabras, antes de ser acribillado por el fuego inglés.

El TT Vázquez admitiría, tiempo después que «la noche del 13 y la madrugada del 14 de junio la cuarta sección no hubiera podido sostener la posición sino hubiera estado Silva».

Al amanecer del 15, el propio Capitán de Navío Carlos Robacio – jefe del BIM 5 y quien tuvo a su cargo a 700 efectivos de la Marina y a 200 soldados del Ejército en Monte Tumledown, Sapper Hill y Monte William- y un oficial inglés, recorrieron el campo de batalla, donde horas antes se había peleado con coraje. Ya los cuerpos de los 9 británicos muertos y los 52 heridos habían sido retirados.

Llamó la atención al jefe inglés el cuerpo de un argentino que, de cara al cielo con los ojos abiertos, aferraba obstinadamente su fusil y su dedo aún presionaba el gatillo. Quisieron quitarle el arma. Fue imposible. El inglés ordenó que fuera sepultado así y le hizo la venia, en señal de respeto.

El CN Robacio le cerró los ojos y buscó la chapa identificatoria, porque el uniforme no se correspondía con el de un infante de marina. Era Oscar Silva.

Silva, de 26 años, sería la única baja de la promoción 112. Su regimiento tuvo 22 muertos y 121 heridos. Recibiría la condecoración «La Nación Argentina al valor en combate (post mortem)». Fue clave el testimonio del soldado Ramón Aguirre.