“YO VOY A MORIR DEFENDIENDO EL CUARTEL, USTEDES RECUPÉRENLO”

MAYOR HORACIO FERNÁNDEZ CUTIELLOS

Por Sebastián Miranda[i]

El 23 de enero de 1989 los cuarteles de La Tablada fueron atacados por integrantes del Movimiento Todos por la Patria. La defensa ejercida por el segundo jefe del RIM 3, el mayor Horacio Fernández Cutiellos fue clave para desarticular el copamiento

A las 6.15 del 23 de enero de 1989, repitiendo la forma de irrupción practicada por el PRT-ERP contra el Batallón de Arsenales 601 de Monte Chingolo en 1975, un camión Ford 7000 de la empresa Coca–Cola robado unos minutos antes que transitaba por la avenida Crovara viró bruscamente frente a la entrada principal del Regimiento 3 de Infantería Mecanizado General Belgrano y del Escuadrón de Exploración de Caballería Blindada I Coronel Isidro Suárez y embistió el portón de ingreso del Puesto 1, golpeando al soldado Juan Manuel Morales y al cabo Juan Pío Garnica que se encontraban custodiándolo y conversando con el cabo primero Daniel Cejas.[ii]

El conscripto clase 1969 Roberto Tadeo Taddía que estaba en las proximidades barriendo con una escoba se retiró hacia un costado alertado por el cabo de cuarto Alberto Sosa que abrió fuego con su FAL contra los atacantes a la vez que intentaba sacarlo de la línea de fuego. Sin posibilidad alguna de defenderse, el soldado T. Taddía levantó las manos para rendirse, pero varios disparos efectuados por los terroristas lo mataron.

Desde el interior de la guardia, el sargento Atilio Escalante escuchó los estampidos, salió con su FAL e hizo una descarga sobre el camión matando al conductor, el veterano guerrillero del ERP Carlos Cabañas. Mientras tanto, desde el puesto de comunicaciones de la guardia, el cabo primero Ramón Ortiz envió un mensaje al Estado Mayor del Ejército informando sobre el ataque.     

Detrás del camión ingresaron 8 vehículos con aproximadamente 46 subversivos del autodenominado MTP (Movimiento Todos por la Patria, integrado mayoritariamente por cuadros remanentes del ERP y Montoneros) que se dividieron en 2 grupos: Asalto (subdividido en 4 escuadrones) y Tanques que se dispersaron por el cuartel para tomar los objetivos asignados.

En el exterior esperaba el Grupo Agitación para promover una pueblada sobre la Plaza de Mayo una vez que se concretara la toma.

A medida que avanzaban los automóviles, descendían los subversivos del MTP fuertemente armados que se dirigían rápidamente a las diferentes dependencias del cuartel.

Alertado por los disparos, el mayor Horacio Fernández Cutiellos que estaba en la jefatura ubicada a pocos metros de la guardia, salió al hall principal y abrió fuego hiriendo a Roberto Sánchez Nadal, alias Osvaldo Farfán, veterano jefe del ERP comandante del grupo de asalto. Rápidamente ubicó un nuevo blanco y mató a otro, José Luis Caldú.

Sus disparos hicieron impacto también en José Mendoza y Julio Arroyo que murieron y en Sergio Mamani, Jorge Baños, José Díaz y otro subversivo más que quedaron heridos. La acción del 2do Jefe del regimiento en pocos minutos puso fuera de combate a 8 integrantes del MTP, siendo decisiva para dificultar el ataque y dar tiempo a sus camaradas de prepararse para repeler a los incursores.

Su fama de buen tirador estaba justificada. Entre los caídos se encontraban R. Sánchez –máximo responsable de las acciones dentro de la Unidad-, J. L. Caldú y J. Mendoza (comandante del escuadrón 1), tres de los de mayor experiencia entre los atacantes. Al fuego del mayor se sumó el de los efectivos de la Compañía Comando y Servicio.

Tomada la guardia, los subversivos del MTP atacaron la jefatura. Ante la resistencia ofrecida por el mayor Fernández Cutiellos, los atacantes desistieron de copar la dependencia. En las acciones fue auxiliado por el soldado Sergio Amodeo que le llenaba los cargadores de su FAL, en la jefatura estaban también otros tres conscriptos que no participaron del combate. A las 6.45 el mayor se comunicó con el coronel Jorge Halperín, del comando de la Brigada de Infantería Mecanizada X produciéndose el siguiente diálogo:

. H.F.C: “Mi coronel; aproximadamente a las 06.20 hs. entraron al cuartel, a los tiros, por el puesto 1, un camión y 7 u 8 automóviles con gente de civil y uniforme que coparon la guardia de prevención … .

. Comando: ¿La guardia ha sido totalmente tomada o sólo en forma parcial?

. H.F.C: Totalmente tomada. Además han atacado las sub–unidades que están alrededor de la Plaza de Armas. Desde aquí observo cuerpos en el suelo, heridos o muertos, de civiles y de personal militar. Actualmente se escuchan disparos en el fondo del cuartel … .

Mi coronel, yo voy a morir defendiendo el cuartel, ustedes recupérenlo …”.[iii]

      Tras repeler los primeros ataques y efectuar disparos contra los terroristas que atacaron la guardia y la Compañía Comando y Servicio, cerca de las diez de la mañana el mayor H. Fernández Cutiellos estando en la entrada principal de la Jefatura fue herido en el hombro.

El soldado que lo asistía intentó auxiliarlo pero ante el peligro le ordenó retirarse. Protegiendo a su subordinado como corresponde a un oficial superior, fue herido nuevamente y murió.[iv] De acuerdo a los testimonios de los conscriptos, los subversivos intimaron a la rendición al oficial, su respuesta fue: “vengan a buscarme”.

Días después de su muerte su esposa, Liliana Inés Raffo, concurrió al cuartel para recoger algunos efectos personales. Entre sus papeles encontró una nota dirigida a sus hijos:

     “Que el primero y más importantes de los mandamientos es: amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma y con todas tus fuerzas y a nadie más amarás en mayor medida que a Él. A tu prójimo debes amarlo como te amas a ti mismo, por el amor de Dios.

     A tus superiores les debes respeto, obediencia y fidelidad, pero nunca de manera incondicional, pues la primera fidelidad es a Dios y sólo los superiores que actúen ordenados a sus fines y conforme a su orden, merecen ser considerados como tales.

      Con tus subalternos o inferiores tienes la responsabilidad de enseñarles y guiarlos con suavidad y firmeza por el camino recto de la virtud”.[v]

Tras su muerte recibió una mención honorífica por: repeler el ataque de los delincuentes subversivos, muy superiores en número, en la plana mayor del RI Mec 3 y aferrarlos hasta perder la vida en la acción”.[vi]  Fue ascendido post mortem a teniente coronel. Tenía entonces 37 años y era padre de cuatro hijos.     

BIBLIOGRAFÍA

CELESIA, Felipe y WAISBERG, Pablo. La Tablada. A vencer o morir. La última batalla de la guerrilla argentina, Buenos Aires, Aguilar, 2013.

HERNÁNDEZ, Pablo. La Tablada. El regreso de los que no se fueron, Buenos Aires, Ediciones Fortaleza, 1989.

MIRANDA, Sebastián. Los secretos de La Tablada. La última acción armada de la guerrilla en la Argentina, Buenos Aires, Grupo Unión y Ediciones Soberanía, 2015.

RUARTE, Julio Eduardo. Un ataque para recordar. Como fue la recuperación de los cuarteles de La Tablada (inédito).

SALINAS, Juan y VILLALONGA, Julio. Gorriarán. La Tablada y las Guerras de Inteligencia en América Latina, Buenos Aires, Mangin, 1993.


[i] Licenciado y profesor de Historia, Subteniente de la Reserva del Arma de Infantería. Autor del libro Los secretos de La Tablada. La última acción armada de la guerrilla en la Argentina.

[ii] Ver la foto en la revista Gente, Buenos Aires, Editorial Atlántida, Febrero de 1989, Año 23, Nro. 1228, p. 3.

[iii] Testimonio uno de los hijos de Horacio Fernández Cutiellos. En: www.ladecadadel70.com.ar (disponible el 26 de junio de 2009). De la conversación también dio cuenta el fallecido teniente coronel Raúl Barbosa. Entrevista del autor a Gonzalo F. Cutiellos.

[iv] Testimonio de Liliana Raffo, viuda del mayor Horacio Fernández Cutiellos al autor. Circuló la versión de que los terroristas le habían cortado la lengua, pero fue desmentida por el hermano del mayor, Gonzalo Fernández Cutiellos, que reconoció el cuerpo y explicó que tenía un corte en la lengua pero que se debió a la caída generada al ser herido.

[v] Palabras de Liliana Raffo, pronunciadas en homenaje a su marido el 19 de diciembre de 2007.

[vi] REVISTA MILITAR. Nº 721, enero–julio 1989, p. 14. El mayor recibió cuatro disparos.